En estos días estoy leyendo la síntesis que la señora Leslie Noelani Laurio hizo de la Serie de Charlotte Mason en Educación.
Es de lo más interesante pues aborda la educación como algo integral, interesante y útil no tan solo para los padres que educamos en familia, sino también para aquellos en la profesión de educar.

En la síntesis hecha por la señora Leslie Noelani Laurio dice más o menos así:

…Charlotte utiliza un libro escrito por el Dr. Carpenter para ilustrar cómo los hábitos pueden convertirse en una segunda naturaleza [*para el niño] –los tejidos cerebrales se encuentran en un estado de crecimiento continuo, y nuevos tejidos tienden a crecer de acuerdo a las necesidades del momento. Al crear un hábito, nuevos tejidos se irán formando para acomodar esas nuevas necesidades y es entonces como ese nuevo hábito se convierte en una parte tangible del cerebro.”

Mi traducción, mil disculpas si no es perfecta :-)
*agregado por mí con el propósito de enfatizar.

Comentábamos entre familias educadoras el otro día, hablando sobre este tema de los hábitos y como es algo de lo cual no se puede escapar. Si con toda intención educamos hijos en buenos hábitos como lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, y decir gracias y por favor, a masticar con la boca cerrada por respeto a los demás en la mesa, etc., estamos preparando a los hijos para que adquieran un hábito que les acompañará durante el resto de sus días y que pasará a ser una segunda naturaleza en ellos.
Los hábitos pueden también ayudarles a contrarrestar sus defectos y a encontrar una manera en que esos defectos tengan el menor impacto posible en sus vidas. Lo más interesante del tema es que, aún cuando no tengamos la intención de crear hábitos en nuestros hijos, los hábitos los *aprenden* por sí solos.

Un artículo sobre el tema:
En el cerebro existe una región que cambia cuando adquirimos un hábito determinado, que vuelve a cambiar cuando este hábito se abandona, pero que rápidamente se reactiva cuando algún elemento nos recuerda la vieja costumbre abandonada. Dado que adquirir una rutina supone un esfuerzo considerable, el cerebro almacena en su memoria la “plantilla” del hábito, para reactivarla ante la más mínima señal. Estos patrones se desarrollan y establecen en el llamado ganglio basal, cuyas funciones son esenciales en la adquisición de los hábitos, las adicciones y los procesos de aprendizaje. Su descubrimiento ayudará al tratamiento de enfermedades como el Parkinson o las obsesiones. Por Marta Morales.


Interesante ¿No?

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